En cualquier zona comercial de Madrid cada vez son más los establecimientos que echan el cierre para siempre. La zona sur de la capital es la que más se resiente.
ABC.es
«Liquidación total por cierre». «Se vende». O «se alquila». «Se cierra por traslado». Un escaparate vacío en la calle Ayala, tres más en la avenida de la Albufera, otros cuatro en General Ricardos, dos en Príncipe de Vergara, ... desolador panorama el que se dibuja en cualquier vía comercial de Madrid. Los pestillos metálicos completamente bajados de los establecimientos cada vez suman más. El motivo no es el periodo estival, sino la culpable de siempre, la crisis, que ha ganado el pulso a aquellos que mantenían familias enteras con una carnicería, una tienda de moda, una agencia inmobiliaria, un negocio de animales o un bar de tapas.
Los carteles de «cierre total» en calles con o sin rastro de vida comienzan a integrarse en el paisaje como algo normal. Este año, según informan desde la Federación de Empresarios la Comunidad de Madrid (Fedecam) y los propios comerciantes corroboran, la actividad ha caído en picado y, según prevén, lo peor está aún por llegar. Desde los distritos más humildes hasta los de mayor poder adquisitivo. Ninguno se salva del lastre de la recesión. «No hay confianza en los mercados y la gente ya sólo consume lo necesario», explica Miguel Ángel Galán, vicepresidente de Fedecam.
En vías del Barrio Salamanca como Goya, Conde de Peñalver, Ortega y Gasset, Juan Bravo y otras tantas llevan dos años clausurando negocios. El elevado alquiler y la escasa entrada de ingresos obliga a algunos empresarios a trasladarse a zonas más económicas. Pocos propietarios resisten ya en las antiquísimas empresas de la calle Atocha, como tampoco lo hacen a escasos metros en la calle Amparo y Mesón de Paredes de la zona de Tirso de Molina y Lavapiés, por poner algunos ejemplos.
El regreso del inmigrante
Hace dos años era difícil encontrar un local libre en estas vías, según aseguran desde la Asociación de Mayoristas de la Zona Centro. Ahora, incluso los negocios de asiáticos abandonan una actividad que ya no sale rentable. A finales de septiembre, predicen desde el colectivo, «habrá muchos más sin actividad».
Clara Bernabé, una trabajadora de Tirso de Molina, opina que ya no se puede echar la culpa a los chinos. «Ellos también están cerrando». «Hace cuatro años en la empresa donde trabajo éramos 21 empleados. Ahora solo estamos dos», lamenta. Además del descenso del consumo, a esta zona se le ha sumado el cierre al tráfico. «Más el hecho de que los costes en China están subiendo, fastidia las importaciones y no nos compensa seguir funcionando. Entra poco dinero y sale mucho entre alquiler e impuestos», considera. Desde la asociación de mayoristas indican que en la zona hay afiliados que facturan entre un 60 y un 70% menos desde 2009.
La debacle comercial es un hecho constatado en toda la región, pero si hubiera que destacar una zona más afectada, desde Fedecam indican que es la zona sur de Madrid: Vallecas, Usera, Carabanchel y Villaverde están en el pódium. «En estos lugares había mucho inmigrante que al quedarse sin empleo ha vuelto a su país y se nota en la actividad comercial», señalan desde la entidad de empresarios madrileños. Buena cuenta de ello da Ana la dueña de A'Cero, una tienda de moda ubicada al inicio de la calle Marcelo Usera.
Trabajar gratis
Se tiró a la piscina en medio del temporal económico. Ni un año lleva abierto su establecimiento. Toda la ilusión que depositaron ella y su socia en reformar el local y lanzar su proyecto se ha desvanecido por los nefastos resultados que arrastran desde sus inicios. De hecho, desde Navidad no han ingresado un solo euro. «Todo lo que gano lo tengo que pagar. Estoy trabajando gratis, así que mucho me temo que igual no llegamos a septiembre, aunque vamos a hacer todo lo posible. En junio hemos ingresado 8.000 euros menos que en junio de 2010, que ya fue malo».
Otras de las cuestiones que han cambiado en la forma de compra de este tipo de negocios es que los usuarios pagan a plazos. «Dejan reservada una prenda y van dando el dinero cuando pueden. Así tampoco compensa», explica Ana.
De los 315 comercios de la calle Camino Viejo de Leganés y del Pelícano y Jilguero de Carabanchel Bajo, 30 han cerrado en el último año, una cifra inequiparable a ejercicios anteriores, según considera Martín Labraca, presidente de la Asociación de Comerciantes del Eje Comercial Camino Viejo de Leganés y Calles Adyacentes (Aceca), de la que forman parte un centenar de tenderos. De los que quedan, han disminuido sus ingresos hasta un 35% en los últimos dos años, como Javier González. Este joven empresario de la tienda de animales Zoocasa del Camino Viejo de Leganés comenta que ha tenido días en los que ha ingresado solo 200 euros y «con lo que tengo que pagar no da».
Lleva 9 años al frente de su tienda y antes de tirar la toalla va a probar a cambiarse de local para pagar menos alquiler. Si antes tenía 120 clientes al día, ahora tiene menos de la mitad, 50. De igual modo va a hacer Marisa con su tienda de vestidos de fiesta. Se traslada de Usera a Alcalá, donde el arrendamiento le sale más económico. «Son medidas desesperadas antes de entrar en quiebra»; recetas de supervivencia para los pequeños comerciantes que quedan.
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